Espíritu de la Belleza que consagras
con tu lumbre el humano pensamiento
sobre el que resplandeces, ¿dónde has ido?
¿Por qué cesa tu brillo y abandonas
este valle de lágrimas desierto?
¿Por qué el sol no teje por siempre
un arco iris en tu arroyo?
¿Por qué cuanto ha nacido languidece?
¿Por qué temor y sueño, vida y muerte
ensombrecen el mundo de este modo?
¿Por qué el hombre ambiciona tanto
odio y amor, desánimo, esperanza?
Shelley
Con el alma embriagada tras nuestro vagar, silenciosos pasos nos llevan a Alemania, de la mano de nuestro guía. Es su patria. Aquí están sus huellas. No tengo fuerzas para seguir hablando... Pero, antes, una parada en Francia.
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Franz Ludwig Catel |
Antes de navegar
sobre el olvido, quiero ser viento tempestuoso, para alcanzar tu alta ventana,
y contemplarte furtivamente un último instante.
Con esa imagen en mis ojos me adentraré en el turbulento mar, con mi
desesperación.
Allí te aguardaré por la eternidad, susurrando tu nombre entre el sonido de las
olas.
B…
Quisiera llorar lágrimas amargas al ver el día, que en su curso no saciara uno solo de mis anhelos...
Goethe
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Georg Friedrich Kersting |
¿Deseas que te
amen? No pierdas, pues, el rumbo de tu corazón. Sólo aquello que eres has de ser y aquello que no eres, no. Así, en el mundo, tu modo sutil, tu gracia, tu bellísimo ser, serán objeto de elogio sin fin y el amor... un sencillo deber.
Poe
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Carl Gustav Carus |
Yo partiré. ¡Tal
vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá desangrado
entonces, y apacibles como bienaventurados
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.
Hölderlin
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Carl Gustav Carus |
Evaporaban las
rosas
los perfumes de sus almas
para que los recogieras
en aquella noche mágica;
para que tú los gozases
su último aliento exhalaban
como en una muerte dulce,
como en una muerte lánguida,
y era una selva encantada,
y era una noche divina
llena de místicos sueños
y claridades fantásticas.
Poe
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Carl Gustav Carus |
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Ernst Ferdinand Oehme |
Contemplo al
pie del túmulo la pena
que besando a la
bruma va pasando,
y prosiguen las
almas su condena
al tïempo una cruz
las va guiando.
A las Moiras la
noche se encadena,
y cruzan su imperïo
murmurando,
los müertos en
tétrica cadena
que sedïentos de luz
van arrastrando.
Eterna es la duda
do caminan
las almas
prisioneras bajo el viento,
paz buscan con
ansïa, mas terminan,
hallando en su
procura el sufrimiento.
Fernando Fajardo
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Ernst Ferdinand Oehme |
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Carl Eduard Ferdinand Blechen |
Siento ahogarse mis ávidos deseos
en el abismo amargo que blanquea;
se arremolina el agua, danza el barco,
el viento cada vez se hace más fresco.
¡Está tan dolorida el alma mía!
El océano se hincha, suspirando,
y su desesperado pecho me parece
como un amigo fiel que me comprende.
¡Penas de amor perdidas, adelante,
esperanzas truncadas, ilusiones
apeadas de alturas ideales,
podéis saltar hasta los surcos húmedos!
¡Id al mar, sufrimientos del pasado
que volvéis nuevamente para hurgar
en vuestras cicatrices mal cerradas
intentando otra vez que lloren sangre!
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Carl Eduard Ferdinand Blechen |
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Karl Friedrich Lessing |
Relumbra sereno el
río
y sobre su espejo
inmoble,
mi nave en el
incoloro torso nada
so el cielo de
plomizos y cobrizos,
por Kairós así
manchado;
ya tu escarpado
contorno,
cuyo fortaleza al
mundo asombra,
ante mí gozoso veo,
fenecen ya mis pesares y mis penas
frente a tu
soberbia frente;
y sueño con el
abrazo del fuego
que tu seno a mi
pecho guarda.
Luis Varela
 |
Karl Friedrich Lessing |
Llora en silencio
mi alma solitaria,
excepto cuando esté
mi corazón
unido al tuyo en
celestial alianza
de mutuo suspirar y
mutuo amor.
Es la llama de mi
alma cual aurora,
brillando en el
recinto sepulcral:
casi extinta,
invisible, pero eterna...
ni la muerte la
puede mancillar.
¡Acuérdate de
mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin
regalarme tu plegaria;
para mi alma no
habrá mayor tortura
que el saber que
has olvidado mi dolor.
Oye mi última voz.
No es un delito
rogar por los que
fueron. Yo jamás
te pedí nada: al
expirar te exijo
que sobre mi tumba
derrames tus lágrimas.
Lord Byron
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Julius von Leypold |
Ese soy yo, que al
acaso
cruzo el mundo sin
pensar
de dónde vengo, ni
adónde
mis pasos me
llevarán.
Becquer
 |
Andreas Achenbach |
Al pie del
mar recordadme,
bajo la luz o en
calimas,
con el torso hecho
jirones,
cual la quilla de
mi nave,
lejos de las altas
torres
que en tierra al
espacio atrapan;
para dar la vida al
mar vivo,
para en él morir
nací
Luis Varela
 |
Andreas Achenbach |
 |
Oswald Achenbach |
En cautiverio
oscuro y tenebroso
mis días en
silencio se arrastraban,
sin la deidad y sin
la inspiración,
sin lágrimas, sin
vida, sin amor.
Mas ahora que el
despertar llegó a mi alma,
y de nuevo apareces
ante mí,
lo mismo que una
efímera visión
igual que un genio
de belleza pura.
Y el corazón me
late arrebatado
porque en él
nuevamente resucitan
la inspiración y la
divinidad
y la vida, y el
llanto y el amor.
Puschkin
¡Sólo quien conoce
la nostalgia
 |
Ferdinand Knab |
puede entender mi
sufrimiento!
Sola y separada de toda alegría,
Contemplo el
firmamento desde todas partes.
¡Ah! Quien me
conoce y me ama
está muy lejos.
Me da vueltas la
cabeza el pecho me quema.
¡Sólo quien conoce
la nostalgia
puede entender mi
sufrimiento!
Goethe
 |
Ferdinand Knab |
Faetón desmayaba en
el Oriente
de la Hora ya su
vuelo fatigado,
y en el lejano
margen recostado
al imperio de Nix
se hace obediente.
El solar rayo a la
pupila hiriente
que en el cenit de
Apolo es disparado,
el füego de su
astil ve apagado
por la linfa umbría
de Ponïente.
Con su fin
conmuévese y fascina
el poeta que
envüelve en su misterio,
y encuentra son las
rosas su tesoro.
Y la terraza que al
pensil domina,
ve canta a las
ondas un salterio,
que visten su luto
en lïenzos de oro.
Fernando Fajardo
 |
Ferdinand Knab |
...cierto jardín
por el que antaño paseó una ilusión.
Me acerco a la verja que me separa de mis recuerdos... surge como en un ensueño
una voz, unas hermosas palabras que me hablan de promesas eternas.
Pero no, no es posible. Ese dichoso tiempo pasó.
Es sólo el murmullo del viento, ese que ahora me hiela el alma...
B…
Llegamos al final de nuestro viaje. ¿El final? Tal vez sea el comienzo...